La desalinización de aguas procedentes del mar ha creado grandes expectativas, pero también se ha constituido en fuente de polémica. Esta tecnología se propone como un medio alternativo para conseguir recursos hídricos de calidad en zonas históricamente afectadas por la escasez de agua.
¿La solución a un problema de territorios y abastecimiento?
Ante la sequía que amenaza a México, la potabilización del agua marina a través del proceso de desalinización ha surgido como una opción viable. Esta y otras tecnologías buscan resolver problemas que hay en ciertas zonas con baja disponibilidad del recurso y además, representan una oportunidad para zonas costeras con características áridas o semiáridas.
México padeció en 2012 una dura y persistente sequía que afectó especialmente una vasta zona entre el centro y el norte del país, la cual tuvo un fuerte impacto sobre la agricultura, la ganadería y el bienestar de docenas de comunidades.
El problema de abasto de agua en zonas desérticas o semidesérticas tiene que ver con la falta de una política hídrica integral y ecosistémica que atienda y privilegie las necesidades humanas sobre otras. En 2010, la disponibilidad de agua en el país era de 4.250 metros cúbicos por persona, cantidad que se redujo a 3.936 en 2020 y continuará disminuyendo en los próximos años a lo que está considerado un nivel muy bajo.
El proceso de desalinización de agua de mar se ha venido impulsando como una fuente de abastecimiento de agua alternativa, segura y estable ante la creciente demanda del recurso hídrico, sobre todo en regiones áridas y aunque supone ser una excelente alternativa a un problema grave, los expertos cuestionan sus efectos ambientales.
El problema de la desalinización
Un estudio de las Naciones Unidas realizado en 2018 contó casi 16.000 plantas desalinizadoras operando en 177 países, las cuales producían un volumen de agua dulce equivalente a casi la mitad del caudal medio de las Cataratas del Niágara.
En la mayor parte de estos procesos, por cada litro de agua potable producido se generan alrededor de 1,5 litros de líquido contaminado con cloro y cobre. Esta agua residual conocida como “concentrado” es dos veces más salina que el agua del océano. Si no se diluye y se dispersa adecuadamente, puede formar una columna densa de salmuera tóxica que, de no tratarse, es susceptible a degradar los ecosistemas costeros y marinos. El aumento de la salinidad y la temperatura puede provocar una disminución en el contenido de oxígeno disuelto y contribuir a la formación de “zonas muertas”, donde muy pocos animales marinos pueden vivir.
En la última década se ha visto un mayor interés académico en recuperar recursos de la salmuera, el agua de mar contiene numerosos minerales, algunos de los cuales son raros y costosos de extraer en tierra. Obtener materiales de la salmuera ya es posible, pero el alto costo de este proceso restringe su comercialización.
Del desperdicio a la economía circular
A nivel mundial, 80% de todas las aguas residuales terminan en mares, ríos, lagos y humedales. Actualmente, se está trabajando para prevenir la degradación provocada por las actividades terrestres, como la operación de las plantas desalinizadoras.
La desalinización ha aumentado exponencialmente en los últimos 40 años a nivel global, pues se considera una opción viable para reducir la brecha entre la demanda y el suministro de agua. Sin embargo, se reconoce que es un hecho que la emisión de salmuera sin tratamiento afecta directamente a los ecosistemas marinos. Es por ello que se ha propuesto al mundo científico abordar el desafío de investigar las oportunidades económicas asociadas a la generación de salmuera.
Una de las propuestas más interesantes es el uso de la salmuera para la acuicultura, pues está comprobado el aumento de la biomasa en ciertos tipos de peces, así como también en la producción del suplemento dietético espirulina. Incluso plantean el uso beneficioso de la sal en el riego de algunas plantaciones agrícolas.
Aunque estas y otras ideas innovadoras aún se encuentran en una fase prematura de desarrollo, se espera que en los próximos años la innovación en esta área permita avanzar en formas más amigables con el ambiente, o que alcancen estándares adecuados para la economía circular.
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